El mes de marzo siempre ha sido considerado el mes vocacional por antonomasia ya que en él se encuentra la fiesta de San José, el día 19. Aunque ya prácticamente no se celebra como fiesta laboral, la Iglesia la considera como fiesta de precepto, y en algunos lugares, se celebra en esta jornada el DÍA DEL SEMINARIO, aunque en la mayoría de la diócesis, se celebra el domingo más cercano, como es el caso de este año, que será el día 22 de marzo. El lema elegido es “PASTORES MISIONEROS”.
Aquellos que han podido recibir la vocación sacerdotal se preparan en el Nazaret del seminario para ser pastores misioneros, es decir, sacerdotes entregados en cuerpo y alma al servicio del Hijo de Dios que los enviará a su viña a proclamar su evangelio, su buena noticia. En la entrega cotidiana del seminario, cultivando la intimidad con Cristo en la oración y la eucaristía, compartiendo los gozos y las fatigas con los demás compañeros, escudriñando la verdad del mundo, del hombre y de Dios, van conformando sus vidas con el Corazón de Cristo sacerdote. Así aprenden a dar la vida con fidelidad, para un día, después de ser consagrados por el Espíritu Santo, ser enviados como otros Cristos.
San José es para todos los seminaristas no solo custodio, sino modelo de una entrega sencilla, oculta y discreta; de un ponerse al servicio de cada uno sin esperar nada a cambio; de un hacer el bien sin ruidos, buscando el último puesto; de una escucha atenta y de una obediencia permanente. Porque, en verdad, cuanto de bueno se fragua en lo oculto del Nazaret del seminario se multiplica en el futuro ministerio. Solo aquel que arde cada día en intimidad con Cristo tiene el deseo profundo de darlo a conocer a sus hermanos, de ser pastor misionero. Que el Señor nos conceda buenas y santas vocaciones por mediación de San José.