El sábado 17 de diciembre, desde las doce de la mañana, la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid acogió el solemne Rito de Beatificación de 22 misioneros oblatos y un seglar, declarados mártires de la Iglesia universal. El P. Francisco Esteban Lacal, provincial para España de la Congregación, soriano de nacimiento, encabezaba este grupo de creyentes que fue elevado al honor de los altares. Entre los asesinados “in odium fidei” se encontraba también Daniel Gómez Lucas, profeso temporal de 20 años, nacido en Hacinas (actualmente provincia y Archidiócesis de Burgos) perteneciente en aquellos años a la Diócesis de Osma.

A la solemne Ceremonia de Beatificación asistió una representación de la Diócesis de Osma-Soria encabezada por el Obispo, Mons. Gerardo Melgar Viciosa. Junto a él, estuvieron presentes el Vicario General y Rector del Seminario, Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, los formadores y seminaristas del Seminario Menor diocesano, así como algunos sorianos residentes en la capital española.

En el momento central de la celebración de Beatificación, el Cardenal Angelo Amato, Legado del Papa, leyó en latín la Carta Apostólica que proclamó beatos a los veintitrés asesinados “por odio a la fe” durante la persecución religiosa en España en 1936.

Tras la lectura del Decreto del Pontífice se descubrió la pintura de los nuevos beatos, situada junto al altar mayor, mientras que familiares de los veintitrés mártires recorrieron la nave central en procesión con palmas, símbolo del martirio, para depositarlas al pie del cuadro.

En la homilía, el Cardenal Amato recordó que la persecución religiosa en España alcanzó su punto culminante durante la Guerra Civil (1936-1939) y afirmó que en aquel periodo el “furor” contra la religión católica contaminó “gravemente” a la sociedad como “una lluvia corrosiva y ácida”. Entre las miles de víctimas inocentes, el Legado de Benedicto XVI citó los nombres de los veintidós religiosos y el laico, padre de familia, que derramaron su sangre y dieron testimonio de su amor a Dios y a la Iglesia.

“No eran delincuentes, no habían hecho nada malo, sino que su único deseo era hacer el bien y anunciar a todos el Evangelio de Jesús, que es una noticia de paz, de gozo y de fraternidad”, señaló el Cardenal Amato. A continuación, citó uno a uno los nombres de los nuevos beatos: Esteban Lacal, Vicente Blanco, José Vega, Juan Antonio Pérez, Publio Rodríguez Moslares, Juan Pedro Cotillo, Cecilio Vega, José Guerra, Gregorio Escobar, Justo Gil, Juan José Caballero, Manuel Gutiérrez, Francisco Polvorinos, Justo González, Daniel Gómez, Serviliano Riaño, Ángel Bocos, Marcelino Sánchez, Eleuterio Prado, Clemente Rodríguez, Pascual Aláez, Justo Fernández y Cándido Castán.

Al finalizar el solemne Rito, el Superior General de la Congregación de los Misioneros Oblatos, Louis Lougen, agradeció la celebración de la Beatificación en el año jubilar oblato, en el que se conmemora la muerte de su fundador, San Eugenio de Mazenod, así como el de los doscientos años de su ordenación sacerdotal.